Mar y río
El Valle de las Maravillas
Amplíe los placeres y multiplique los descubrimientos explorando un estuario que une en su lecho tierra, mar y río.Para el avezado buscador de tesoros, el Rance es una joya rara y codiciada. La cruda majestuosidad del lugar despertará sin duda al explorador que llevas dentro. La riqueza de los paisajes, los lugares y las emociones, ofrece a todos la posibilidad de vivir una experiencia única. Los senderos que bordean el río ofrecen unas vistas maravillosas mientras se mantienen los pies en el suelo. Puede viajar a su propio ritmo: a pie, en bicicleta, en el agua o a caballo. No podemos recomendar lo suficiente una excursión a primera hora de la mañana o a última del día para ver al sol haciendo de pintor impresionista. Clasificado como sitio Natura 2000, el valle del Rance es una obra de arte. Sus aguas dulces y saladas se mezclan para formar tonalidades que van del azul zafiro al verde esmeralda. El valle también le deleitará con sus historias y monumentos. Una historia inspirada en el mar: en primer lugar, la de las poderosas mareas que suministran energía a la central mareomotriz de Rance y a los antiguos molinos de marea. También es el mar el que forjó el destino de los marineros que partieron de esta ría para pescar bacalao en las costas de Canadá. Saint-Suliac, clasificado como uno de los Pueblos más Bonitos de Francia®, es la fortaleza de estos héroes legendarios. Venga a pasear por sus estrechas calles con fachadas decoradas con redes marineras, tan estrechas que se llaman «ruettes». A lo largo de sus cien kilómetros, el Rance alberga un fabuloso patrimonio, como las bonitas Malouinières, imponentes casas de armadores. Ahora te toca a ti ir a la caza del tesoro para descubrirlos.
Les Joyaux Bâtis
Máquinas para retroceder en el tiempo
Desde siempre, el Rance acuna apaciblemente el corazón de las mujeres y los hombres apegados a esta tierra, borrando las horas y los siglos. Aquí no hay prisa, dentro de mil años, la naturaleza seguirá aquí, igual de poderosa y conservada. Incluso hay extrañas máquinas para retroceder en el tiempo: los molinos de mareas. El de Saint-Jouan-des-Guérets, el Moulin de Quinard, tiene un efecto inmediato. Nada más descubrirlo, te transportas al siglo XIX. Usted está cabalgando en la niebla, en medio de una novela. En Saint-Suliac, el molino de mareas de Beauchet reemprende el viaje. Ahora puedes volver a coger el teléfono, admirar tus fotos, ¡estás bien en 2022 con joyas en la cabeza!